martes, 10 de junio de 2014

El Hombro

“Ven, apóyate en mi hombro y llora todo lo que necesites.” 

Era un martes de verano y a diferencia del increíble clima que existía mi salud estaba horrible. A diferencia de la belleza de la naturaleza y el orden del paisaje mi mente era un completo desorden, tenia ya tiempo que se había perdido cualquier clase de orden. Poco a poco se desordenaron las cosas, en un principio perdí el amor. Seguido de la razón y el juicio. Se fueron perdiendo la música y el arte, el color y el deseo. Al final se fueron los sueños, aquel verdadero deseo de poder alcanzar el cielo. Me convertí en un jarrón vacío, ni si quiera el aire estaba dentro de mi. 

Y fue en aquel momento en que te conocí, aquella alma gemela por la que todo hubiera dado. Aquel par de ojos rojos de tanto llorar, esa persona tan necesitada. A la que hubiera dado todo de haberlo tenido y fuiste tu quien me dijo, unas horas antes de que no hubiera vuelta atrás.

““Ven, apóyate en mi hombro y llora todo lo que necesites.” 


Aquellas palabras que solía yo decir, el credo por el que solía vivir. El hombro en alto con el que todos podían contar.

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